EMOCIONANTE FIN DE TEMPORADA DE LA ORQUESTA METROPOLITANA DE MADRID, CORO TALÍA Y SU DIRECTORA SILVIA SANZ TORRE EN EL AUDITORIO NACIONAL

La noche del sábado 31 de mayo fue una verdadera fiesta: la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional prácticamente llena, 2000 personas que ocuparon sus butacas con ganas de disfrutar y 160 músicos y cantantes entre la Orquesta Metropolitana de Madrid y el Coro Talía con su directora titular Silvia Sanz al frente que salieron al escenario dándolo todo. Un Coro de Cine, último título de la tercera temporada que acaba de concluir, fue en verdad un concierto de cine, una noche de magia y de emociones compartidas, una veces contenidas y otras, expresadas con pasión.  Fue un verdadero concierto: el concierto del público y los intérpretes participando de la fiesta de la música sin barreras entre el escenario y las butacas.

Música de cine, música de concierto

Se había elegido para el último concierto de las 3ª temporada del GCT en el Auditorio Nacional una selección de coros extraídos de bandas sonoras de cine. Silvia Sanz está ya familiarizada con este género. El hecho de que sea un tipo de música que atraiga a un público poco habitual en las salas de los conciertos no significa ni mucho menos que sea una música fácil. El programa que se interpretó el pasado sábado no estaba exento de dificultades. La primera de ellas es que la música de cine se compone bajo la premisa de que es música para ser grabada y no para ser tocada en directo. Un concierto no permite repeticiones, ni diferentes tomas, ni modificaciones técnicas de los planos sonoros. Pero está claro que la música de cine puede escaparse de la pantalla, desprenderse de las imágenes y adquirir una entidad propia en una sala de concierto. Algunos de los grandes compositores de bandas sonoras como John Williams han propiciado este hecho dirigiendo su propia música en vivo.

Una gran orquesta y un coro de cine

Cerca de 80 personas en la Orquesta Metropolitana de Madrid y otras tantas en el Coro Talía navegaron por los mares de las bandas sonoras, unas veces embravecidos, otras oscuros y tenebrosos, otras calmados y serenos y otras ondulantes y juguetones. Además de la orquesta en su conjunto, sus solistas nos hicieron disfrutar con pasajes inolvidables como el protagonizado por el oboísta Diego Cano que nos conmovió con la música de Ennio Morricone en el tema “Gabriel’s oboe” de La misión. Sin duda, podíamos ver la imagen del misionero jesuita interpretado por Jeremy Irons tocando su oboe en medio de la selva con tanta en fe en Dios como en el valor  de la música. Virginia Gutiérrez, viola de la Metropolitana nos brindó la oportunidad de conocer su faceta de acordeonista en el tema “Drink up me hearties” de Piratas del Caribe. Hay pocas oportunidades de lucir el acordeón en una orquesta y esta fue una que no quiso desaprovechar así que salió al escenario, con viola, acordeón, un par de muletas y un esguince reciente de tobillo. Los metales tienen que hacer un esfuerzo especial en un concierto de este tipo en los que se les requieren pasajes épicos y brillantes como la “Marcha Imperial” de El Imperio contraataca y  sumamente delicados como el canto fúnebre que protagonizaron las trompas en Salvar al soldado Ryan, ambas con música de John Williams. El equipo de percusionistas tuvo oportunidades de verdadero lucimiento en muchas de las piezas, entre ellas, la salvaje danza guerrera de Avatar, que terminó con una ovación del público,  y el emocionante y solemne redoble de la caja en el “Himno a los caídos” de Salvar al soldado Ryan.

El coro en el cine

Tal como explicó en sus conferencias previas al concierto el crítico musical David Rodríguez Cerdán, autor también de las notas al programa, no hay apenas literatura sobre las páginas corales de las bandas sonoras, pero el coro ha formado parte de la música de cine y lo ha hecho de muy diferentes maneras y con diferentes finalidades tal como pudo observarse en el programa de este concierto. Unas veces se convierte en un instrumento más de la orquesta y contribuyendo a la recreación de atmósferas, tensiones dramáticas, etc. Otras veces comenta la acción y otras, se convierte en auténtico protagonista.

El Coro Talía mantuvo una elevada concentración en un concierto que conllevaba la dificultad de cantar obras de carácter y necesidades vocales muy diversas. Desde los gritos guerreros de los Na’vi en Avatar (James Horner), el heroico canto de identidad de La misión (Ennio Morricone) con “Vita nostra” a los versos del poeta romántico alemán Goethe en el oscuro y dramático coro de los créditos finales de Walkiria (John Ottman), el desgarrador réquiem compuesto por Alejandro Vivas para La Conjura de El Escorial, la dulzura del tema “Vois sur ton chemin” de Bruno Coulais para Los chicos del coro, o la atmósfera mágica del coro (también de Coulais) de Los mundos de Coraline.

Por primera vez en concierto

La suite de Avatar fue preparada por el propio James Horner, autor de la banda sonora, para su presentación en el  festival Hollywwod en Viena y la Orquesta Metropolitana y el Coro Talía han sido los primeros en interpretarla en España. También fue la primera vez que se interpretó en nuestro país el coro final de la banda sonora compuesta por John Ottman para Walkiria.

Lenguajes de cine

El mundo lingüístico de los coros que se cantaron en este concierto es también llamativo:  simples vocalizaciones como en Salvar al soldado Ryan (John Williams) o Piratas del Caribe (Hans Zimmer); latín o textos pseudolatinos como el que utilizó Vangelis para La conquista del paraíso;  el mendé para el himno “Dry your tears, Afrika” de la película Amistad (J. Willliams); lenguas creadas especialmente para los mundos que recrean, como el Na’vi en coros de la banda sonora de Avatar, o el “Duel of the fates” de La amenaza fantasma (J. Willliams); o galimatías sin significado ninguno como los fonemas inventados por Bruno Coulais para el coro de los créditos finales de Los mundos de Coraline.

Final del concierto

El espectacular “Duel of the fates” de La amenaza fantasma fue el broche final del concierto. La ovación del público fue impresionante, una ovación de cine, el mejor premio para los músicos, cantantes y para la directora Silvia Sanz Torre que dirigió unas palabras al público jugando con los títulos de las películas que habían formado parte del programa. En resumen, señaló que realizar un concierto como el del pasado sábado había sido como “conquistar el paraíso” y que “la misión” del Grupo Concertante Talía” es divulgar la música ante la “amenaza fantasma” que hoy en día se cierne sobre la cultura. Silvia Sanz levantó a todas las secciones de la orquesta y al coro y agradeció los aplausos de un público en pie con cuatro propinas: un número más de Piratas del Caribe; “Go West2, un viaje al lejano oeste con  grandes bandas sonoras como las de  Los siete magníficos  o El bueno, el feo y el malo; la marcha de El puente sobre el río Kwai, que se convirtió en una especie de Marcha Radetzky y a la que el público se sumó improvisadamente con palmas (fue sin duda un momento sumamente divertido) y, como despedida, se repitió la danza guerrera de Avatar.

En definitiva, un emocionante fin de temporada.