Domingo 12 de noviembre en elTeatro Auditorio Ciudad de Alcobendas

De ilusión también se vive y las ilusiones a veces pueden ser muy reales, pueden hacerse visibles ante nuestros asombrados ojos, iluminar nuestra sonrisa y dejarnos boquiabiertos. Así ocurrió el pasado domingo 12 de noviembre en elTeatro Auditorio Ciudad de Alcobendas donde cerca de un millar de personas presenciaron el espectáculo El sonido de la magia con Jorge Blass… y con  Silvia Sanz Torre al frente de la Orquesta Metropolitana de Madrid.

  

¿Por qué magia y música en un mismo escenario? Son dos artes efímeras que solo pueden disfrutarse en el momento en que suceden. Pocas oportunidades hay para disfrutar de ambas juntas en vivo. El Grupo Talía hizo la propuesta, Jorge Blass aceptó el reto y la Fundación Ciudad de Alcobendas incluyó el espectáculo en su programación Alcobendas Clásica. La nueva aventura de la Orquesta Metropolitana de Madrid se puso en marcha y el resultado, como no podía ser de otra manera, fue mágico, una primera experiencia que puede ser el primer paso para futuras colaborac iones. Cerca de un millar de personas de todas las edades disfrutaron de magia y música unidas gracias a la varita de Jorge Blass, que nos encandiló, y a la batuta de Silvia Sanz Torre al frente de la Orquesta Metropolitana, que puso la magia de la música. Escuchamos obras de Bizet (L’ArlesienneCarmen), Mozart (Las bodas de Fígaro), Brahms (Danza húngara nº 5), Chaikovski (El cascanueces, La bella durmiente), Grieg (Peer Gynt), Offenbach (Can-can de Orfeo en los infiernos), clásicos de la música para clásicos de la magia como aros, cartas, cuerdas y un largo etc con un Jorge Blass que, además de gran ilusionista, es un gran comunicador, familiar, cercano, ocurrente y con una simpatía contagiosa.

 

La Orquesta Metropolitana en El sonido de la magia

 

El espectáculo contó con el estreno de Bubble in trouble del compositor Alejandro Vivas Puig. Esta obra acompañó la salida de Jorge Blass, que recorrió el patio de butacas antes de salir al escenario: dulce inicio con aquellos fugaces puntos de luz que el ilusionista parecía extraer mágicamente del público al que se acercaba. Y quizá algo de lo que vimos se hizo realidad y en todos nosotros se encendió una pequeña lucecita, aquella que brilla en nuestros ojos cuando nos sentimos bien. Pasamos un rato estupendo, con los sentidos bien despiertos y el asombro dibujado en nuestros rostros desde el principio hasta el final, cuando nos cubrieron los copos de la blanca nevada que puso fin al espectáculo. ¡Ojalá haya más! Como bien dijo Jorge Blass, un mago convierte lo ordinario en extraordinario y con buena música en directo, mucho mejor.