Éxito rotundo de la Orquesta Metropolitana de Madrid, el Coro Talía y su directora Silvia Sanz Torre con pop y rock europeo en el Auditorio Nacional.
Después de dos Noches de soul (2012 y 2013) esta vez tocaba música europea, un programa totalmente nuevo con los éxitos de los principales intérpretes del pop y rock de los años 60, 70 y 80: música de grupos como The Beatles, Queen, The Police, Abba, y de grandes intérpretes de la canción italiana y francesa como Gilbert Bécaud y Domenico Modugno. Silvia Sanz Torre al frente de la Orquesta Metropolitana de Madrid y el Coro Talía avanza un paso más cada fin de año para ofrecer en una sala de conciertos la música que todos han cantado, sentido o bailado en algún momento de su vida, desde la canción romántica al heavy metal pasando por los ritmos y melodías que identificaron los años de la Movida Madrileña. 2.300 personas de todas las edades: niños, jóvenes, adultos y mayores disfrutaron de una verdadera fiesta musical.
Las entradas se habían agotado el pasado 2 de diciembre ya que el programa había generado mucha expectación. El público se había dado prisa. Eran muchos los que no querían perderse temas como “Bohemian Rhapsody” de Fredy Mercury o las pegadizas y alegres canciones de ABBA sonando en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música. La sala estaba llena hasta la bandera y todo el mundo tenía ganas de pasarlo en grande. Así fue.
El pop de los 60
El concierto se inició con «Without you» la canción más conocida del grupo británico Badfinger y de la que Harry Nilsson realizó una versión que le hizo millonario, cosa que no ocurrió con los creadores del tema. después de este apasionado «no puedo vivir si la vida es sin ti», llegó la canción italiana más conocida después de «O sole mio», «Volare» de Domenico Modungo (en realidad titulada «Nel blu di pinto di blu»); y , a continuación, un recorrido por temas conocidos del mítico grupo de Liverpool The Beatles: «Help», «Eleanor Rigby», «Yesterday» o «Let it be», con los que una buena parte del público añoró sus años de infancia y juventud. Un poco más atrás nos llevó la canción “Et maintenant” (1961) de Gilbert Bécaud, en torno a una ruptura sentimental. Cantada sobre una base rítmica como la del Bolero de Ravel, la canción atrapa por su marcado acento dramático y un texto prácticamente declamado en tensión creciente, del piano al forte y del grave al agudo, desde el primer verso (“Y ahora, ¡qué voy a hacer?”) hasta el último (“Realmente no tengo nada más”), un final que sobrecogió tanto a intérpretes como al público.
¡Menuda movida!
Acto seguido el programa, directora, orquesta y coro interiorizaron en unos segundos un cambio de ánimo radical. Lo que venía era explosivo, jovial y, sobre todo, cercano, nuestro: “¡Menuda movida!”, un recorrido preparado por Alejandro Vivas para evocar la música de los años 80 que protagonizaron Alaska, Tino Casal, Mecano, Los Secretos, la Orquesta Mondragón y otros muchos… Muy difícil era estar en la butaca y abstenerse de cantar melodías que muchos tienen en la memoria. El recorrido comenzó con una invitación: “viaje con nosotros”; y terminó con otra: “salta conmigo”. Todo esto tras exclamar “no me mires, no me mires” o “déjame, no juegues más conmigo” y un sinfín de citas perfectamente ensambladas reflejo de una época que ha marcado historia en la música española y sobre una orquestación brillante y divertidísima. Fue uno de los momentos más animados de la noche y “mil campanas” sonaron en el corazón de todos.
Sting y Freddie Mercury
La canción de Sting “Every breath you take” (uno de los temas más conocidos de la banda The Police) abrió la segunda parte. Esta canción no es lo que parece. El propio Sting dijo que es más bien siniestra (“Cada vez que respiras… te estaré vigilando”) y que le extrañaba que muchos la tomaran como una canción de amor reconfortante. El siguiente tema fue uno de los puntos culminantes del concierto: “Bohemian Rhapsody”, creada por Freddie Mercury para Queen, una canción de emociones encontradas inusual en el mundo del rock por su original estructura dividida en seis secciones y en la que brillaron la orquesta y el coro.
Heavy Metal
El concierto continuó con una ruta por el mundo del heavy metal a través de otra pieza preparada por Alejandro Vivas titulada Hooked don the riff, con referencias a Led Zeppelin, Scorpions, Rolling Stones o Europe. Destacaron los solos de guitarra eléctrica interpretados por Alberto Clemente. Junto a él estuvo Guillermo Soloaga en el bajo eléctrico, Alberto Baños en los teclados y Daniel Alonso marcando el ritmo en la batería. La obra nos dejó una sorprendente fusión de orquesta sinfónica y grupo de rock que estuvo presente en todo el concierto.
¡Mamma mía!
Y para finalizar el programa quedaron las animadas canciones de ABBA: “Mamma mia”, “Super Trouper”, “Chiquitita”, “Voulez vous”… Parecía que todo había terminado con “Dancing Queen”. Brillante final sin duda: sonaron encendidos aplausos y Silvia Sanz se volvió para saludar, pero solo unos segundos. Al instante se giró de nuevo hacia los músicos y la “reina del baile” volvió a la pista, esta vez con una divertida coreografía setentera desde los bancos del coro que incluyó un sorpresivo saludo al público con pañuelos de colores. La pieza terminó con la canción ganadora del Festival de Eurovisión en 1974, “Waterloo”, con la que el grupo sueco empezó a ser conocido en todo el mundo.
Cinco bises
Tras llegar al verdadero final del concierto, la directora deseó a los presentes lo mejor para el nuevo año y dio paso al primer bis, “We are the champions”…; y al segundo, “We will rock you” con el sonido de las palmas reventando la Sala Sinfónica. Todo se llenó de colores en el escenario: boas, sombreros de copa, pelucas, gafas… El público pedía más. Entonces, desde el coro se hizo llegar hasta Silvia Sanz un enorme sobre a su nombre con un mensaje en su interior: Los cantantes estaban cansados y afónicos y se negaban a cantar. Decidió pedir la ayuda del público para el tercer bis y todo el mundo se animó a cantar “You all need is love “y “Yellow submarine” (The Beatles), unos en español y otros en inglés. Al final el coro, que se hizo de rogar, se sumó al público. Tras esta pequeña broma, la animación era absoluta y nadie quería irse. Así que hubo más bises: de nuevo el popurrí “¡Menuda Movida!” con el público coreando “Bienvenidos” y, por último, “Hooked on the riff». No había tiempo para más. El público en pie despidió al coro y la orquesta. Así fue el 4º concierto navideño del Grupo Concertante Talía, un año más ante 2.300 personas que se marcharon a casa con ritmo en el cuerpo y alegría en el espíritu, igual que los músicos. Es el efecto del mágico poder de la música.
Arduo trabajo
Hacer un concierto como este conlleva un gran trabajo previo que se inicia con la selección del tema central y de las obras que integrarán el programa, la búsqueda de partituras, la realización de arreglos y la composición de obras nuevas, de lo que se encarga el compositor Alejandro Vivas; por supuesto, muchos ensayos; y otras muchas tareas como traslado de instrumentos, material, reparto de folletos, carteles, notas al programa, etc.; meses de trabajo que se resumen en dos horas de concierto en el que se cumplió el principal objetivo: disfrutar y compartir. Como dijo Silvia Sanz al público, la vida del músico es sacrificada pero no importa: “We are the champions”.
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