• Sábado 4 de marzo en el Auditorio Nacional de Música

  • Más de 200 músicos en el escenario para interpretar una de las obras maestras de Mahler

Orquesta Metropolitana de Madrid y Coro Talía, con su directora titular Silvia Sanz Torre al frente, ofrecerán el próximo sábado 4 de marzo en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música una de las obras maestras de Gustav Mahler, la Sinfonía nº 2 en do menor “Resurrección”. Bajo el título Mahler: en busca de respuestas, el tercer concierto de la temporada del Grupo Concertante Talía afronta una obra de grandes dimensiones tanto por su extensión y significado como por los recursos orquestales y vocales que exige. Como solistas intervienen Estefanía Perdomo, soprano, y Beatriz Oleaga, mezzosoprano. Las entradas, a partir de 10 €, están disponibles en www.entradasinaem.es y en www.grupotalia.org.

 

orquesta_metropolitana_coro_talia_

Una gran sinfonía, en todos los sentidos

Interpretar una obra de las dimensiones de la Sinfonía nº 2 de Mahler requiere una gran orquesta sinfónica, un conjunto fuera de escena de metales y percusión, un gran coro mixto y dos voces solistas (soprano y contralto). Más de doscientos músicos, entre coro y orquesta, saldrán al escenario del Auditorio Nacional. En cuanto a las solistas, la soprano canaria Estefanía Perdomo es solista habitual en los conciertos de la Orquesta Metropolitana y el Coro Talía (Réquiem de Mozart, Un réquiem alemán de Brahms, Gloria de Poulenc y Sinfonía nº 9 de Beethoven). Antes de cantar a Mahler en el Auditorio Nacional, habrá pasado por el Teatro de la Maestranza de Sevilla para interpretar el papel de Papagena en La flauta mágica de Mozart. La mezzosoprano madrileña Beatriz Oleaga ha participado en óperas como Hänsel y Gretel de Humperdinck, La flauta mágica de Mozart o Moisés y Aarón de Schönberg y muy recientemente ha interpretado El sueño de una noche de verano de Mendelssohn en el Teatro Real de Madrid.
 

En busca de respuestas

Para Mahler componer una sinfonía era “edificar un mundo” y en ese universo se encuentran todos sus planteamientos vitales. El compositor pensaba que el mundo y el ser humano, tanto lo bueno como lo malo, habían de estar representados en su obra que, por eso, se muestra llena de contrastes. La música de Mahler plantea preguntas y busca respuestas y recorre el difícil camino de la duda a la certeza y de la angustia a la esperanza. Así ocurre en su Sinfonía nº 2. El compositor encuentra esa respuesta en el último de los cinco movimientos (coral, como en la Novena de Beethoven) y la expresa a través de los versos del poeta alemán Friedrich Gottlieb Klopstock en la oda La Resurrección, texto al que el músico suma su propia aportación: “Moriré para vivir”. 

mahler_en_1907

Los orígenes

El primero de los movimientos tiene su origen en un poema sinfónico titulado Totenfeier (Ritos fúnebres) que Mahler compuso en 1888. La opinión negativa del famoso director Hans von Bülow desanimó al músico pero no abandonó la obra. Años después, a finales de 1893, añadió tres movimientos más y en 1894 sumó el quinto movimiento poniendo música a la mencionada oda Die Auferstehung (La resurrección). En Mahler, sinfonía y canción son inseparables. El tercer movimiento de la Segunda, el Scherzo, está basado en la canción San Antonio de Padua predicando a los peces; y en el cuarto, la contralto interpreta la canción Urlicht (Luz primera). Ambas pertenecen a Des Knaben Wunderhorn (El cuerno maravilloso del muchacho), una recopilación de cantos populares con la que Mahler compuso un ciclo de canciones. Como ocurrió con la mayoría de sus sinfonías, la Segunda fue criticada en su estreno y hoy es una de las más queridas por el público. 

manuscrito_sinfon__a_n___

Curiosidades en torno a la Segunda

La Sinfonía nº 2 de Mahler fue noticia el pasado 29 de noviembre cuando la casa Sotheby’s subastó el manuscrito con las anotaciones del compositor. La partitura batió el record de un manuscrito musical vendido en subasta al superar los cinco millones de euros.  El manuscrito fue donado por Alma Mahler, viuda del músico, al director de orquesta Willem Mengelberg, amigo de Mahler, en 1920. Tiempo después, en 1984, lo compró el empresario y editor Gilbert Kaplan, fallecido en 2016. Poco después, sus herederos decidieron sacar la pieza a subasta. Kaplan estuvo obsesionado con esta sinfonía desde la primera vez que la escuchó y a ella dedicó su vida y su fortuna.  Su sueño era dirigirla y lo consiguió interpretándola al frente de las  orquestas más importantes del mundo.